Empleo

El Gobierno habla de 2,9 millones de parados pero son más de 3,4 millones

El Gobierno habla de 2,9 millones de parados pero son más de 3,4 millones
Opinión Diego Barceló.

La afiliación a la Seguridad Social continúa su progresiva desaceleración. En noviembre creció 2,7% interanual (531.300 empleos más en los últimos 12 meses), casi la mitad que el 5,1% al que aumentaba el empleo en abril pasado. Sin embargo, sigue siendo un ritmo que no cuadra con una economía que está en transición desde una rápida (aunque incompleta) recuperación, que duró hasta junio último, hacia el estancamiento previsto para 2023 (crecimiento del PIB inferior al 1%). Sigue latente la posibilidad de un empeoramiento súbito del mercado de trabajo una vez iniciado el año próximo.

Que el empleo siga creciendo no evita que ya haya problemas en el mercado de trabajo. En el sector primario, el número de ocupados lleva 16 meses seguidos cayendo. En los últimos 12 meses se destruyeron 39.600 empleos en tal sector. Una pérdida que es mayor que todos los empleos creados en igual período por la industria (39.300 plazas). Mirando más allá vemos que desde mayo de 2019 hasta aquí se ha perdido 1 de cada 8 empleos agrícolaganaderos.  

La información que difunde el ministerio de Seguridad Social incluye un Excel en el que se desgrana la información de los ERTE. Aunque su número actual es bajo (22.800 personas), es el mayor de los últimos seis meses.

La reforma laboral de Yolanda Díaz y Pedro Sánchez adulteró las estadísticas de contratos. Se pasó a considerar como “fijo” a trabajadores que no lo son (“fijos-discontinuos”) para poder decir que “bajó la temporalidad” (atacando esta forma de contratación como si fuera ilegal, denigrante o no cotizara). En 2021, cada contratado temporal firmó, de media, 1,38 contratos. Eso es lo que pretendía corregir el gobierno. Pero en noviembre último, cada contratado temporal firmó, en promedio, 1,34 contratos. La rotación entre los temporales, entonces, apenas ha cambiado.

El precio por esa mínima reducción en la rotación de los temporales es que aumentó la rotación entre los fijos. El año pasado, cada contratado indefinido firmó, en promedio, 1,01 contratos. Prácticamente un contrato por persona, que es lo de esperar si la contratación es realmente “fija”. Gracias a la reforma laboral, en noviembre, cada contratado “fijo” firmó 1,07 contratos. Pero si excluimos a los indefinidos de jornada completa (que, por definición, solo pueden firmar un único contrato), nos queda que el resto de contratados de forma “indefinida” (a tiempo parcial y fijos-discontinuos) firmó, de media, 1,12 contratos (antes de la reforma, firmaban 1,03). 

Si tienes en tu equipo a Messi o Mbappé, no quieres que se vaya y pones cláusulas de rescisión imposibles de pagar. En las empresas es similar: al empresario, pequeño o grande, no le gusta la rotación y quiere retener a los buenos empleados. El problema es que la legislación laboral se lo pone muy difícil: crea tantos costes (comités de empresa, indemnizaciones, etc.) que hay que intentar reducirlos. Una forma es la contratación temporal. No es maldad del empresario ni tampoco es perjudicial para el trabajador: la alternativa es el paro.

Nos dicen que el paro registrado es de 2,88 millones (descenso interanual de 9,5%; equivale a 301.300 parados menos que un año antes). Esa es la “definición restringida”. Porque, además, hay 270.400 parados con “disponibilidad limitada” (buscan un empleo con características específicas, por ejemplo, solo teletrabajo) y 212.900 “parados no ocupados” (entre ellos, por caso, parados que cursan FP o que buscan empleos de menos de 20 horas semanales). Así, la “definición amplia” indica que hay 3,36 millones de parados, a los que podrían sumarse tanto las personas en ERTE como los fijos-discontinuos en situación de inactividad (“demandantes ocupados” para las estadísticas, por lo que están junto con las personas que tienen empleo y buscan otro; todos los “demandantes ocupados” son 1,05 millones de personas).

Pese a que es incuestionable que el empleo viene creciendo más de lo esperado, el mercado de trabajo está en una situación que no permite demasiados festejos. Aun así, el gobierno subirá el salario mínimo, lo que complicará aún más la situación laboral de aquellos con escasa formación y/o experiencia. Máxime cuando lo hará a las puertas del estancamiento de la economía.

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